El Cuélebre es un animal fantástico con cuerpo de serpiente y alas de murciélago, su cuerpo está lleno de escamas y tiene una larga cola. Se asemeja a un dragón o una serpiente alada. Emite unos silbidos muy molestos siendo muy temido por los hombres que viven en las proximidades de su guarida, los cuales, para darle caza, han de atravesarle en la garganta que es su único punto vulnerable, pues esas escamas que protegen su piel son excesivamente duras y resistentes..
Habita en las cuevas y a él se le encomienda la tarea de guardar los mundos subterráneos donde habitan las razas ocultas a los ojos de los hombres; estos accesos están, generalmente, ocultos pero hay casos en que las razas de los pueblos subterráneos buscan jóvenes humanas para convertirlas en su gente y estas hacen compañía al cuélebre en su reposo guardián dentro de las grutas; ellas, con sus dulces cánticos lastimeros atraen a los pastores y viajeros que pasan por sus cercanías no se entiende muy bien este proceder, quizá en tiempos más lejanos buscaban contactar con los seres humanos, o tal vez, estas caprichosas gentes tenían otros motivos que no podemos conocer en la actualidad los valientes que deseaban los tesoros ocultos en el interior de las cavernas debían matar primero al cuélebre que moraba en su interior, muchas veces eran ayudados por las jóvenes, pero otras veces debían enfrentarse solos a semejante prueba los aventureros entraban en el interior de la cueva y el cuélebre detectaba su presencia en la oscuridad, nada puede evitar que la temible bestia despierte de su letargo secular; la sola visión del animal hace palidecer, y muchos son los que al quedar paralizados por el terror son devorados por la bestia infernal, otros de animo más templado, intentan clavar su espada en la garganta del cuélebre, única manera de acabar con su maléfico poder.
Habita en la espesura de los bosques, en los torreones de los castillos en ruina y en las fuentes de gran cavidad subterránea.
El cuélebre crece incesantemente, y a medida que se va haciendo viejo sus escamas se hacen más grandes y más duras, entonces la tierra ya no basta para sostenerlo y tiene que partir hacia la Mar Cuajada. Se dice que en el fondo de este mar hay montones de riquezas, pero los hombres no pueden apoderarse de ellas por causa de la vigilancia de los cuélebres.
Su misión también es la de custodiar fabulosos tesoros y personajes encantados.En el pasado el culebre exigía cada cierto tiempo una doncella virgen para devorarla a cambio de no desatar su furia sobre las gentes
En la mañana mágica de San Juan el Cuélebre se aletarga, o pierde su poder, y es cuando pueden ser rescatadas sus prisioneras (Ayalgas o Atalayas), con sus fantásticos tesoros
tiene sus orígenes en las creencias de los pueblos que habitaban por aquellos tiempos en estas tierras.Por el contrario, la noche de San Bartolomé sale de su cueva con sus poderes acrecentados, provocando tempestades y desatando el terror.
Es curiosa la historia que se cuenta en relación con uno representado en el ábside de Santa María de Celón (Allande), ya que no es, dicen ellos, San Jorge, sino un peregrino que mató con su bastón a un cuélebre que desenterraba los cadáveres enterrados allí, pues entraba por un «furao» de la pared.
La relación del cuélebre con los «tesoros escondidos por los moros», a su vez asociados a los poblados castreños o explotaciones auríferas de la antigüedad, se constata en muchas de las leyendas.
Valga como muestra de las innumerables leyendas transmitidas oralmente, ésta que sigue: «Un culebrón tenía atemorizados a los de Brañaseca (Cudillero). Entonces, un joven valiente le llevó un pan de boroña con una piedra al rojo vivo dentro y se la tiró, diciendo: «Abre la boca culebrón, que ahí che vei el tu boroñón». Y murió al abrasársele la garganta». En cambio, los de Salinas (Castrillón) quisieron aplicar el mismo procedimiento, pero el culebrón se tiró al agua y logró apagar el fuego abrasador. Otra leyenda muy conocida es la de la Cova de Cibrán, en la que la joven encantada por orden de su padre es liberada por su enamorado al regresar de la guerra y oír cantar a un pastor: «Niña que estás encantada en la cueva Socibrán, he de desencantarte yo, mañanita de San Juan» .
Comparaciones del Cuélebre con otras mitologías.
El mito del cuélebre es semejante al mito griego del dragón que custodiaba las manzanas de oro del jardín de las Hespérides, cuyo robo constituyó uno de los doce trabajos de hércules. Asimismo, el vellocino de oro robado por los argonautas también estaba custodiado por un terrible dragón cuyos ojos no conocían el sueño. Jasón logró adormecerlo con el auxilio de los hechizos de su amiga, la poderosa maga Medea, y matar al dragón.
Los dragones y serpientes fabulosas constituyen un mito que se extiende por todas las culturas de la tierra. El dragón es el guardián de tesoros de oro y de sabiduría, cuya misión es probar el valor del futuro héroe. Así en los relatos bíblicos, como en las cosmologías y mitologías de Babilonia, de Egipto, de la antigüedad grecorromana, de los países escandinavos, celtas y germánicos, y también en el extremo Oriente, China y Japón. Mientras que en las mitologías europeas se asocia la figura del dragón con la encarnación del mal ( la palabra griega drakos designa tanto al dragón como al demonio ), los dragones orientales y asiáticos son considerados como animales sagrados, dioses benefactores que rigen la lluvia, los vientos y cuidan de las cosechas. Sus genes están en el origen de las grandes dinastías imperiales, cuya divinidad se fundaba en la sangre de dragón que corría por sus venas. Y en la India, los dragones son los productores del soma, la bebida de la inmortalidad.
El Cuélebre es una serpiente de gran tamaño, con cabeza y alas de dragón y cuerpo de color verde y rojo.Aunque muchos dirán que se trata de una visión deformada de los dragones medievales, el mito es mucho más antiguo y tiene sus orígenes en las desaparecidas creencias del pueblo Celta que habitaba por aquellos tiempos en estas tierras. La serpiente siempre ha sido el animal mítico por excelencia, guardián de los tesoros mas preciados por el hombre, que son el saber y la tradición esotérica de su cultura, nada tiene que ver con los «tesoros» de oro y joyas que vienen recogidos en las tradiciones orales asturianas.