¿Por qué no enseñamos a no violar?
Han salido nuevas noticias sobre violaciones en grupo y como inevitable acompañante viene la gran duda. ¿Qué nos lleva a enseñar a las chicas a defenderse? ¿Por qué no enseñamos a los chicos a no violar?
Han salido nuevas noticias sobre ciertos “simpáticos muchachos sevillanos demasiado guapos como para necesitar violar”, y como inevitable acompañante la gran duda. ¿Qué nos lleva a enseñar a las chicas a defenderse? ¿Por qué no enseñamos a los chicos a no violar?
Siempre he estado a favor de lo primero. De la necesidad de enseñar a las posibles víctimas a defenderse de los abusos, porque por mucho que enseñásemos a los posibles violadores a no violar siempre habría algún saco de estiércol dispuesto a ignorar los deseos de su víctima con tal de poder demostrar su supuesta hombría.
Sin embargo, tras mucho pensar en experiencias personales y ajenas pero cercanas y tras ver hilos de twitter tan magníficos como éste, me doy cuenta de que siempre fue necesario enseñar a los chicos a respetar los deseos —o la falta de los mismos— ajenos. Y no lo hacíamos. ¿Por qué?
Y Sir Terry Pratchett vino al rescate
Iba hoy leyendo uno de mis libros favoritos de Sir Terry, Jingo, aquí conocido como Voto a Bríos. En él encontré un párrafo que me hizo pensar.
Y entonces, se dio cuenta de por qué estaba pensando así. Era porque quería que hubiera conspiradores. Era mucho mejor pensar en hombres en una habitación llena de humo, cínicos y enloquecidos por el privilegio y el poder, conspirando con una copa de brandy en la mano. Tenías que aferrarte a este tipo de imagen, porque si no lo hacías tendrías que enfrentarte al hecho de que las cosas malas ocurrían porque la gente normal, el tipo de gente que cepilla a su perro y le cuenta cuentos a sus niños antes de dormir, eran capaces de salir y hacerle cosas horribles a otras personas normales. Era mucho más fácil culpar a Ellos. Era deprimente pensar que Ellos eran Nosotros. Si eran Ellos, no era culpa de nadie. Si éramos Nosotros, ¿en que me convertía eso a Mí? Después de todo, soy uno de Nosotros. Debo serlo. Nunca he pensado en mí mismo como uno de Ellos. Nadie pensa en él mismo como uno de Ellos. Siempre somos uno de Nosotros. Son Ellos los que hacen las cosas malas.
Enseñamos a nuestras niñas a defenderse de la violación porque es fácil considerarnos como parte de las víctimas. ¡Lo he vivido en mis propias carnes! Nunca me dijeron nada en especial en casa hasta que salí del armario como hombre gay y empecé a salir por bares de ambiente. “Tienes que tener cuidado, no te vayan a hacer algo malo”.
Son Ellos los violadores. Son Ellos los que roban, matan, acosan y pegan. Es difícil pensar en que el que roba, mata, acosa, pega y viola es uno de los Nuestros. ¿Cómo carajo va a ser mi niño pequeño un violador, si es un pedacito de pan que siempre me recoge la mesa? ¿Cómo va a ser mi pequeñín un ladrón si en casa lo tiene todo? ¿Cómo va a ser mi niñito del alma un asesino si lo he visto abrazar a su perro?
Todos lo hemos visto en la prensa, en las noticias. Siempre que aparece un terrorista o un asesino o un violador escuchamos la misma puñetera frase. “Era muy normal, saludaba todos los días”. ¿Qué ocurre? ¿Que saludar y ser un buen vecino te convierte automáticamente en un santo? ¿O que te da miedo, cague y canguelo que alguien exactamente igual que tú pueda cometer esas atrocidades? ¿De dónde si no sale la mágica frasecita del No todos?
Si no soportamos que identifiquen a nuestro grupo con conductas nocivas es porque eso significa que hay gente normal con tus mismas características capaces de tener conductas nocivas. Eso te convierte en una persona sospechosa, y eso te ofende aunque no compartas esas conductas.
Cuando pensamos en ladrones, pensamos en cacos con antifaces. Los terroristas siempre son despreciables individuos con pasamontañas. Y los violadores son sátiros babeantes con la cara desencajada por una lujuria irrefrenable.
Nunca nos acordamos de nuestros hijos, nuestros hermanos o nuestros amigos. Nunca pensamos en Nosotros.
¿Y qué hacer contra esto?
Si os soy sincera, no tengo estudios. No soy licenciada en psicología, sociología ni ningún tipo de -logía. No tengo ninguna carrera de la que enseñar el diploma, y ofrecer soluciones a esto está mucho más allá de mis posibilidades.
¿Alguien se ve capaz de aportar ideas? ¿Alguna persona con ganas de rebatir esta parrafada? Ahí os dejo los comentarios abiertos por si queréis aportar a la discusión.
Este texto que es toda una reflexion pertenece a la web de mi amiga Lara Santaella.Con un perfecto manejo del léxico y sin pelos en la lengua.
Os invito a dejar vuestros comentarios e ideas y reflexiones.
Lara gracias por dejarme compartir este texto.Gracias por ser como eres y una gran amiga.
Invito a toda la gente que me sigue a seguir la web de mi amiga ,donde sin pelos en la lengua trata muchos temas con un lenguaje realista,ironico y tanto en tono de humor como de forma descarnada habla un poco de todo.