«Empalado» Poema de Gabriel Merino

GilgameshEscritos1 Comment

 

Para el creyente devoto no todo es flor de cerezo y pimentón.

Entrega. Ese gozo primario de quedar inmovilizado bajo

la maroma que asfixia y lacera, mientras

adviertes que devienen purpúreos

los extremos de tus dedos y las partes del cuerpo

que ya no sientes, porque no les alcanza el riego.

El patrón que te ata exacto, áspero y severo como un cardo,

moja en agua el lampazo y lo acerca a tu piel

tirante y dolorida, mucho antes incluso

de que la disciplina del abrojo desgarre

tu espalda, de la que brotarán amapolas

extáticas de sangre. Descalzo y aterido

como si tu anfitrión fuera Tepes o Pilatos,

igual que el excitado hospodar de las once mil,

cubres tu cara con el velo que te ciega

y accedes como animal herido al empedrado

en esa penitencia que has deseado tanto

alargando tu dolor hasta que empiece a alborear.

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