Aún recuerdo el brillo en tu mirada al hacerme creer que en el mundo no había nadie igual que yo.

Tus palabras tan protectoras que mi alma encontraba refugio en ellas al escucharlas.

Tu sonrisa de niño travieso y aventurero y la mía, que te hacía sentir el héroe de tu conquista.

Sabes….

Esta noche recuerdo muchas cosas de ti al no tenerte aquí conmigo.

Algo cambió, algo pasó. No logro saber qué.

No logro saber cuál fue el cambio de mis caricias suaves al tacto de tu piel.

No logro ver ni por un instante, la sonrisa que tanto me conquistó y poco a poco, desvanece el recuerdo al cubrirlo de cosas que detesto.

Esta noche creo que no lo sabré…

Esta noche mis palabras son de un abecedario que no puedo oír porque mis oídos se llenan de ecos del pasado. De nuestro pasado.

Duele.

Duele sentirse solo rodeado de gente que no te escucha gritar a todo pulmón tu nombre para pedir socorro. O perdón.

Aún siento este sentir vacío de sueños que se derrumban. Esos que están en el estanque del lago de estas lágrimas silenciosas que derramo al no tenerte aquí.

Ahora que me he quedado solo, empezando desde el cielo hasta la tierra, no seré útil en tu vida.

Hoy vuelvo a ver ese chico que me conquistó y me siento muy solo.

Dices que sin mí no eres nada.

Y yo sin ti no soy nada pero a tu lado siento que no soy nada para ti.

Pasan las horas oscuras de mi reino y me gustaría invitarte a ver mi cielo.

Hoy siento que mi vida acabó. No hay nada en ella que me deje sin aliento.

Las comidas son como días de lluvias frías sin estar con una taza de café caliente al lado de una chimenea apagada y chispeante acurrucados.

Las cenas son peores. Se escucha entre el primero y el postre las risas de la gente. Y yo, prisionero del silencio, queriendo cenar rápido para desahogarme entre teclas de media noche, con el son de la música para que me aliente a poder escribir algo y de vez en cuando, una lágrima que entre la oscuridad no se ve caer…

Aquí yazco, entre estas letras que ya no escribo hace meses por agonía, por no saber qué decir, ni pronunciar testamentos de historias ya muertas…

Sabes…

No sé si alguien escuchará este grito, ni si alguien leerá mi voz pero estoy aquí.

Estoy dónde los recuerdos de tu mirada, de tu sonrisa y de tus palabras me hacen daño porque me diste muchas y de pronto te arrebaté el poder seguir haciéndolo.

Me acostumbraste a tanto, que ahora mendigo un trozo de tu corazón.

Sabes…

Te sientes solo y eso me duele.

M.T