La Compaña (Santa)

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La Santa Compaña es en la mitología popular gallega y con otros nombres o el mismo en la asturiana,en la región de León(provincias de Zamora,León y Salamanca) como Huéspeda y Extremadura, y en Castilla como Estantigua– una procesión de muertos o ánimas en pena que por la noche (a partir de las doce) recorren errantes los caminos de una parroquia. Su misión es visitar todas aquellas casas en las que en breve habrá una defunción. El mito está presente con diversas variantes en todo el contínuum cultural astur-galaico, donde recibe otras denominaciones como Güestia,Gúespeda,Estadea,Hoste,procesión de animas o simplemente Compaña (de Santa no tiene nada).
En otras provincias adyacentes a Galicia como Asturias también hay esta tradición conocida como La Güestia o bona xente. Es un grupo de personas encapuchadas que se acercan a la casa de un enfermo moribundo, dan tres vueltas a la casa y entonces el enfermo muere. Normalmente son conocidos del moribundo. Se dice que van exclamando «Andad de día que la noche es mía”
En Extremadura(en la zona de las Hurdes), aparece el Corteju de Genti de Muerti, que se compone de dos jinetes fantasmales que causan el pánico de madrugada por los pueblos ya que quien los ve puede resultar muerto. En Zamora se la denomina La estadea y es una mujer que vaga por los caminos y los cementerios. No tiene rostro y huele a la humedad de los sepulcros. Sólo se aparece a aquel que va a morir. En León se la llama La hueste de ánimas.
Las numerosas leyendas sobre esta compañía de difuntos en pena cuentan que se aparecen en los caminos cercanos a los camposantos en busca de algo o alguien,en encrucijadas de caminos, y que siempre aparecen con un motivo por el cual es símbolo de desastre o maldición.
La compaña puede aparecer por diversas razones, como por ejemplo reclamar el alma de alguien que morirá pronto (en general en menos de un año); para reprochar a los vivos,faltas o errores cometidos. Si la falta es especialmente grave, el mortal que la ha cometido podría recibir la visita de la Compaña para que la encabece; para anunciar la muerte de un conocido del que presencia la procesión,.para cumplir una pena impuesta por alguna autoridad del mas allá.
La Santa Compaña es descrita como una procesión de muertos o de ánimas en pena, que aparecen por la noche -a partir de las doce de la noche-(pero también hay casos en los que se habla de salidas diurnas)- que recorren, errantes, los caminos de una determinada parroquia. , La misión de dicha procesión es visitar todas las casas en las que tendrá lugar una muerte. La descripción de la Santa Compaña va a ser diferente, según la región en la que estemos, aunque la más popular es la de una comitiva de almas en pena, que están vestidos con túnicas de color blanco, que poseen capucha, que van a vagar toda la noche, por los caminos. Dicha procesión fantasmal va a estar formada por dos hileras, que estarán envueltas en sudarios y con los pies descalzos.
Cada fantasma tiene una vela encendida (o huesos ardiendo según otras versiones) y su paso va a dejar un reconocible olor a cera en el ambiente. También llevan otros objetos imprescindibles: la Cruz procesional, el caldero de agua bendita, la campanilla, el peto de ánimas y el farol o estandarte. Además de estas visiones hay otras leyendas que dicen que se nota un frío intenso siempre que aparece, además del olor y el sonido de cadenas. Además también se dice que los fantasmas son como una niebla.
Los miembros de esta procesión caminan y emiten rezos -casi siempre es un rosario-, cánticos funerarios y tocando la campanilla. Cuando pasan por un lugar, cesan, de manera previa, los típicos ruidos de los animales en el bosque y se pueden escuchar las campanas. Incluso, los perros anuncian su llegada, ya que aúllan de una forma desesperada y desmedida; los gatos, también, salen huyendo despavoridos y se asustan, como pocas veces se ha visto. Dice la leyenda que no todas las personas mortales poseen la facultad de poder ver, con sus propios ojos, a “La Compaña”. Según dice la tradición, tan sólo tenía la capacidad de verla: los niños a los que, el sacerdote, por equivocación, en el momento del bautizo había empleado el óleo de los muertos. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla, intuirla, etc.
Esta procesión va encabezada por un ser vivo llevando una cruz y un caldero con agua bendita. . Al frente va el espectro de mayor tamaño,la Estadea;una figura espectral, alta y delgada, con cara esquelética y que seguramente es la que dirige la Compaña. En ocasiones también pueden estar acompañados de un animal (generalmente una cabra. También hay un miembro de la compañía que es cojo, que siempre irá al final de la misma.
La persona viva, que está en primer término de la procesión, puede ser tanto un hombre, como una mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o es una santa. La Santa Compaña obligará al que encuentren, a vagar junto a ellos todas las noches, portando una gran cruz y conduciendo la comitiva. También se cree que quien realiza esa «función» no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Y, es que se encuentran condenados a vagar y no pueden descansar ninguna noche, hasta que acaban muriendo o que algún incauto sea sorprendido -el cual pasará a encabezar la procesión, portando la misma cruz que llevaba él-.
En unas versiones se cuenta que la luctuosa procesión transporta un ataúd en el cual hay una persona dentro, la cual puede ser incluso la persona que sufre la aparición siendo su cuerpo astral el que está en el ataúd. Se pueden aparecer en diferentes lugares, pero predominan las encrucijadas. Hay fechas concretas en las que se dice que tiene más incidencia las apariciones de la Santa Compaña, como por ejemplo, la noche de Todos los Santos (entre el 1 y el 2 de noviembre) o la noche de San Juan (24 de junio).
La única manera de librarse del control de la Compaña, es que un incauto se cruce con el camino de esta procesión, en ese momento el condenado le dará la cruz al nuevo portador, que le substituirá a la cabeza de la Compaña, quedando de esta manera libre. Aunque si alguien tiene la desdicha de encontrarse con la Compaña, existen diversas maneras de evitar que nos pases la cruz y quedar libres así de esta maldición, a saber:Estos rituales pueden ser:
-Tumbarnos en el suelo bocabajo y hacernos los muertos, la Compaña no te notara pero pasara por encima de nosotros por lo que acabaremos magullados y doloridos pero al menos no nos darán la cruz
-Cuando nos vayan dar la cruz después de que el portador te diga “te toca a ti” hay que responder “Cruz tengo” para que el portador de la cruz no nos haga entrega de ella.
-Apartarse del camino de la compaña, no mirarles y hacer como que no se les ve.
-Hacer un círculo con la estrella de Salomón o una cruz dentro y entrar en él tumbándose bocabajo.
-Comer algo.
-Rezar y no escuchar la voz ni el sonido de la compaña.
-Tirarse boca abajo y esperar sin moverse, aunque la compaña le pase por encima.
-Jamás tomar una vela que nos tienda algún difunto de la procesión, pues este gesto condena a formar parte de ella.
-Llevar las dos manos ocupadas con una piedra o un palo
-Si vemos a la Santa Compaña desde lejos, bastará con apartarse del camino, La compaña seguirá de largo ya que no pueden abandonar el camino.
-En último caso, echar a correr muy rápido.
-Cuenta la leyenda que la Santa Compaña no tendrá el poder de capturar el alma del mortal que se cruza con ella si éste se halla en los peldaños de un «cruceiro» situados en los cruces de caminos o si porta una cruz consigo y logra esgrimirla a tiempo
-Poner los brazos en cruz en invocar el nombre de Cristo cuando te vayan hacer entrega de la cruz.O tener los brazos cruzados
-Llevar en el bolsillo cuernos de escarabajo y ajo,escapularios o una cruz.
Y así muchas maneras más
Voy a poner aquí una de las muchas “experiencias personales” o “leyendas” sobre avistamientos de la Compaña:
Álvaro llevaba años sin poner los pies en el pueblecito de Galicia donde creció; pero, la grave enfermedad que sufría su padre, le obligó a desplazarse a la zona rural donde se crió para darle un último adiós. Por desgracia su padre tenía las horas contadas.
Angustiado por el ambiente familiar que había en la que antes fue su casa, decidió salir a pasear para despejarse un poco. No le importó que ya hubieran pasado las 2 de la madrugada, tenía que separarse de sus hermanos, unos insensibles que como parásitos ,y con su padre aún con vida, se repartían la herencia como hienas despedazan la carroña.
Distraído y con la mente en otro lado, caminaba por los abandonados caminos que llevaban a la ermita del pueblo, una pequeña iglesia que se cerró varios años atrás por el grave deterioro que había sufrido su tejado en una lluvia de granizo. La ermita antes era la última escala en la procesión del pueblo, que finalizaba llevando la imagen de un Cristo desde la Iglesia que había cerca de la plaza hasta allí. Pero cada vez eran menos los habitantes de la comarca y el pueblo parecía una fantasmagórica visión de lo que Álvaro recordaba de su niñez, por lo que la ermita nunca fue restaurada.
Cuando se encontraba a escasos metros del tramo final, escuchó una especie de cánticos, su curiosidad le llevó a acercarse aún más, pero algo en su interior le decía que debía esconderse. Un frío indescriptible parecía metérsele en los huesos y comenzó a sentir un fuerte olor a cera quemada.
Instintivamente decidió ocultarse tras unos arbustos para contemplar aterrado lo que parecía una romería fantasmal precedida por un hombre que con la cara demacrada portaba una cruz en la mano; los demás integrantes eran aún mucho más aterradores, pues claramente podía verse que ya estaban muertos y sus rostros eran poco más que unas calaveras que movían sus escalofriantes mandíbulas mientras entonaban un rosario. Todos los muertos portaban una vela en su mano y su lento paso parecía dirigirles directamente a la casa del padre de Álvaro.
Álvaro, tan asustado como intrigado, decidió seguir a distancia a la cadavérica procesión, que cada vez se acercaba más a la que fue su casa, el lugar donde sufría la agonía de una lenta enfermedad su padre. Hasta que sorprendentemente su padre apareció caminando y, sin mediar palabra, uno de los esqueletos envuelto en una túnica se le acercó y le ofreció una de las velas. Su padre, como hipnotizado, alargó la mano y la recogió, y tal y como había aparecido se esfumó en ese instante. El resto de integrantes de esa Santa Compaña también parecieron evaporarse en una extraña niebla. Todos menos el portador de la cruz, el primer integrante de la procesión de muertos que quedó tendido en el suelo durante unos segundos. Pasado ese tiempo se levantó, y con la cara totalmente descompuesta por el cansancio y como si su misma vida fuera gradualmente absorbida por la compañía de los muertos, como un sonámbulo comenzó a caminar en dirección al pueblo.
Álvaro estaba tan petrificado por el miedo que no podía moverse, sólo el grito desgarrador de una de sus hermanas le despertó del shock en el que se encontraba. Casi sin darse cuenta había caminado siguiendo a la Santa Compaña hasta escasos metros de la casa de su padre, y el grito confirmó sus más temidas sospechas: la procesión de muertos había venido a reclamar el alma de su padre.
Corrió tan rápido como pudo hasta la habitación donde yacía su padre ya sin vida, prácticamente toda la familia se encontraba con él en el momento que su alma abandonó su cuerpo, Álvaro entendió en ese momento que la imagen que vio de su padre no era más que su alma uniéndose a una Santa Compaña con la que vagaría eternamente reclamando el alma de otros moribundos.

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